Vuelve a tocar hablar de educación. Las autoridades académicas han puesto encima de la mesa dinero. No voy a discutir si es mucho o poco, todo lo que se invierta en educación siempre será poco. Pero me gustaría reflejar algunas preguntas que me inquietan.
- ¿Existe un plan de estudios establecido? ¿El de ahora o uno nuevo?
- ¿Se sabe como va a quedar el currículo?
- ¿Se valorará el esfuerzo, el trabajo o los alumnos seguirán promocionando de curso igual que ahora?

Si no sabemos responder a estas elementales preguntas ¿como podemos hablar de la cantidad de dinero que vamos a necesitar?

Un aplauso por el reforzamiento de la tutoría, por la apuesta decidida por los idiomas, por la presencia de las nuevas tecnologías, por los desdobles de las clases en las asignaturas claves. Y una salva de aplausos por la evaluación del profesorado. Ojo una evaluación que ayude a mejorar, en todos los aspectos, al profesorado; no a una caza de brujas.

Pero hecho de menos:
- Una educación de padres para que dejen de considerar la escuela como una guardería o aparcamiento de niños – de todas las edades -.
- Una educación de padres para que les preocupe el crecimiento intelectual, moral cívico y social de sus hijos.
- Una educación de padres para que sean capaces de exigir el cese de la violencia gratuita, de todo tipo, en los medios de comunicación, y en las aulas contra compañeros y contra profesores.
- Una educación de padres que les enseñe – como recuerda J. Antonio Marina que para educar a un niño hace falta toda la tribu.
- Una legislación que junto al ministerio y a las consejerias apuesten , con deseos de ganar, y se coloquen de una vez por todas del lado de los profesores y les den su apoyo porque estoy seguro que la inmensa mayoría de estos, saben, quieren y desean mejorar y que sus resultados sean visibles por parte de la sociedad.
- Unas autoridades que apuesten por la ética y la filosofía junto a las humanidades que nos abren horizontes y siglas cuales es muy difícil progresar,

Hoy por hoy – pobre iluso – no creo que los padres y las autoridades estén en la misma longitud de onda.